domingo, 7 de octubre de 2012

Gsús Bonilla hojeando un pasado que es presente

 Gsús hojeando el pasado...
Foto: © Ilkhi, 2012

Ayer se presentó el poemario de Gsús Bonilla, mi Padre, el rey, en la librería La Esquina del Zorro en Puente de Vallecas. Cuando Gsús habla de su barrio, Vallecas, se le iluminan los ojos, cuando recita sus poemas, también. La presentación la hizo Batania, leyó el prólogo escrito por él mismo (en el cual los elogios a la obra poética de Gsús no fueron gratuitos). Lo dejó bien claro Batania: "Yo sólo escribo prólogos a los poetas que me gustan". Después recitó de memoria su poema La Muerte, (por deseo expreso de Gsús) y nos puso la carne de gallina a más de uno.

Aquí no hay peloteo ni lanzamiento de flores, sino degustación de buena poesía, o al menos de la que a algunos nos agarra las entrañas y nos las zarandea con sentimientos encontrados.

El blog de Gsús Bonilla está (aquí)

Dejo este poema del libro de Gsús:

ANTES DEL BARRO
escribí:
había llovido y lo sabía.
tenía los pulmones encharcados
pero era capaz de respirar, o, quizá,
aquello fuese, el aliento estúpido
que sólo los pendientes de morir
-y no lo saben-
son capaces de expulsar. el caso es 
que de su boca huía
la belleza del gesto
como quien camina, descalzo, sobre las brasas.
lo mejor, sin duda,
era ver sangrar al arco iris; fijarse
en el extremo de uno de sus arcos
y ver cómo se escurre el pretexto de la nada; luego
después, valerse del óxido del hombre
para poner cara de tonto.
no se abrazará a tu cuello,
no se abrazará a tu cuello, me repetía.
no te besará los labios,
no te besará los labios, me repetía,
para concluir, al poco, sin embargo,
sí que te apretará tan fuerte el corazón
que va a dejar en evidencia
el monocromo de un te quiero;
vas a precisar , entonces,
un cepillo duro, me dije; y recalqué,
con más cerdas y apretar, también
la dentadura, y, sobre todo,
enjuagarte, más a menudo, la boca
antes de hablar.

ahora, vete ya, y deja a un lado
el pañuelo severo del tiempo, pensé, y
di, a quien tú quieras, que desde aquí
solo se atisba la precariedad del sol
y la mueca pusilánime, de un cualquiera.




























Foto: © Ilkhi, 2012


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