sábado, 20 de junio de 2015

Cuando un buen libro no tiene corrector

hacen falta crampones para leerlo
© Ilkhi, 2015

En la última Feria del Libro de Madrid compré este libro de Alfred Lansing Endurance: el increible viaje de Shackleton, 1959, un relato histórico del viaje de Ernest Shackleton a la Antártida en 1914.

Shackleton fue esa clase de héroes que pasan a la historia justamente por no haber logrado su objetivo, en su caso, cruzar de oeste a este el continente antártico. Solamente por eso merece la pena ser leído. Pues de todos los relatos históricos que he leído sobre expediciones a las montañas más altas del mundo, los más interesantes siempre me han parecido aquellos que no lograron hacer cumbre.

Lo que no me esperaba era encontrar tal cantidad de erratas tipográficas (por separación incorrecta de palabras e interpolación de palabras erróneamente elegidas por el software respectivo) Pongo tres ejemplos.
"Cortinas, cuadros, ropas y utensilios col gabán del mamparo de estribor. [...] una simple de mostración de fuerza. [...] Por coincidencia, el barón Gerlache, antiguo socio del Endurance, se había encontrado asimismo varado en el mar de Weddell, a bordo de un novio llamado Bélgica."
Si los responsables de esta edición hubieran tenido una décima parte de pundonor y tesón para hacer las cosas bien que tuvieron los tripulantes del Endurance, no estaría lamentándome de esta pésima edición y no habría tenido que leerlo con los crampones puestos, ya que las palabras resbalaban sin cesar a lo largo de este libro.

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